domingo, 24 de enero de 2010

UNA DÉCADA DE ORTODONCIA


Nos adentramos en una nueva década determinante en los cambios de patrones de comportamiento relacionados con nuestra vida social, laboral, cultural y personal. Cambios abismales que vienen empujando en los últimos años capaces de romper hábitos milenarios. En un principio, a los que se nos ha pasado el arroz. nos producirán vértigo. La mejor reacción, será como siempre, entusiasmarnos y decidirnos a la “transformación” para seguir jugando en la liga. En los próximos diez años, tendremos un gran segmento de consumidores potenciales a los que les han salido los dientes en internet. Muchos de ellos, ocuparan cargos directivos en las empresas. A mi no me han salido los dientes en internet, pero tengo claro, la importancia de ponerme una ortodoncia durante el tiempo que haga falta.


Algunos cambios;


Los libros en papel pasarán a formar parte del romanticismo. Se coleccionarán por mero placer. Veamos lo sucedido con las fotografías o con la música.

La comunicación gráfica de nuestra empresa perderá el poder del tacto, también impulsada por la sostenibilidad.

El teletrabajo parcial se instalará en nuestras vidas a marchas aceleradas. Las oficinas solo tendrán que tener una sala de reuniones, por eso de lo personal. La videoconferencia será permanente con nuestro entorno de trabajo y con nuestro entorno social.

La ergonomía del hogar cambiará. El diseño de los muebles se realizará en función de usos, no de almacenamiento.

Los cables desaparecerán. Si acaso solo tendremos uno potente con el que conectarnos con el mundo.

La formación en habilidades se centrará en habilidades en la red. Tendrá prioridad sobre el lenguaje no verbal el leguaje en la red.

La formación será compartida, los problemas serán compartidos.

Las redes de empresas supranacionales se consolidarán como modelos de empresas compartidas.


Seguiremos pensando apasionadamente.




No se porque hablo de futuro si ya es presente.

martes, 5 de enero de 2010

PROPÓSITOS Y AIRE

Con el inicio del año llenamos nuestras vidas de propósitos; a nivel particular los ya consabidos y repetidos durante tantos otros comienzos de año, a nivel profesional deben ser anhelos nuevos de materializar proyectos diseñados en el año caduco. Los propósitos como los objetivos deben ser alcanzables, capaz de motivarnos todos los días hasta lograrlos. Al igual que los objetivos, deben llevar anexo un mapa de ruta, con las estrategias y tácticas para alcanzarlos. En esta planificación, no podemos obviar un un plan de acción alternativo de contingencia, para actuar rápidamente si cambia el escenario en alguna de las etapas.


Si nuestros propósitos se llenan de palabras huecas inconsistentes, mediátizadas por su uso y abuso, todo quedará en una mera elucubración filosófica cuyo único objetivo, será justificar nuestra capacidad para comprometernos con el aire. Sí, con el aire, porque lo inconsistente y hueco tiende a ser volátil, susceptible de vencer su gravedad ante la más mínima brisa.


A nivel personal, estos últimos propósitos, no nos suponen sino vivir para matar el tiempo. A nivel profesional, seguir donde estábamos, incluso ir hacia atrás, empecinados en la alianza de los distintos factores del entorno en nuestra contra. Al fin y al cabo, en ambos niveles, no deja de tener consecuencias unipersonales esa falta de rigor en la fijación de nuestros propósitos. Un año en la vida de una persona no es normalmente determinante, por lo que podremos encarar el siguiente año con la lección aprendida si somos mínimamente capaces.


El problema viene, cuando estos propósitos vienen de los líderes y por tanto, deben influir en la trayectoria de un colectivo o sociedad. Indispensablemente deben ser bien sonantes, mediáticos para llegar a todo el colectivo. Aquí, la lucha de su gravedad con el aire, debe garantizarle seguir pegado al suelo, no sucumbir a la fuerza del aire y “volar”. Ahora, hay que medir las palabras, tener un verdadero plan para alcanzar los propósitos con distintos planes de contingencia para cualquier eventualidad. No vale llegar a final de año y decir; “Bueno, de este año no pasa el aprender inglés”. Si somos un líder, tomamos decisiones involucrando a muchas personas, para eso “nos han elegido”. Un año en la vida de una sociedad a la velocidad actual sí es determinante.