Con el inicio del año llenamos nuestras vidas de propósitos; a nivel particular los ya consabidos y repetidos durante tantos otros comienzos de año, a nivel profesional deben ser anhelos nuevos de materializar proyectos diseñados en el año caduco. Los propósitos como los objetivos deben ser alcanzables, capaz de motivarnos todos los días hasta lograrlos. Al igual que los objetivos, deben llevar anexo un mapa de ruta, con las estrategias y tácticas para alcanzarlos. En esta planificación, no podemos obviar un un plan de acción alternativo de contingencia, para actuar rápidamente si cambia el escenario en alguna de las etapas.
Si nuestros propósitos se llenan de palabras huecas inconsistentes, mediátizadas por su uso y abuso, todo quedará en una mera elucubración filosófica cuyo único objetivo, será justificar nuestra capacidad para comprometernos con el aire. Sí, con el aire, porque lo inconsistente y hueco tiende a ser volátil, susceptible de vencer su gravedad ante la más mínima brisa.
A nivel personal, estos últimos propósitos, no nos suponen sino vivir para matar el tiempo. A nivel profesional, seguir donde estábamos, incluso ir hacia atrás, empecinados en la alianza de los distintos factores del entorno en nuestra contra. Al fin y al cabo, en ambos niveles, no deja de tener consecuencias unipersonales esa falta de rigor en la fijación de nuestros propósitos. Un año en la vida de una persona no es normalmente determinante, por lo que podremos encarar el siguiente año con la lección aprendida si somos mínimamente capaces.
El problema viene, cuando estos propósitos vienen de los líderes y por tanto, deben influir en la trayectoria de un colectivo o sociedad. Indispensablemente deben ser bien sonantes, mediáticos para llegar a todo el colectivo. Aquí, la lucha de su gravedad con el aire, debe garantizarle seguir pegado al suelo, no sucumbir a la fuerza del aire y “volar”. Ahora, hay que medir las palabras, tener un verdadero plan para alcanzar los propósitos con distintos planes de contingencia para cualquier eventualidad. No vale llegar a final de año y decir; “Bueno, de este año no pasa el aprender inglés”. Si somos un líder, tomamos decisiones involucrando a muchas personas, para eso “nos han elegido”. Un año en la vida de una sociedad a la velocidad actual sí es determinante.
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